EL
VALOR DEL ANONIMATO
Es importante entre humanos, entre competidores de mercado,
profesionales, artistas y deportistas, ser reconocidos con galardones,
remuneración y renombre, dentro del área que cada uno escoge para esforzarse
hasta la excelencia.
Así pues,
como mujeres, celebramos ser reconocidas como elegantes, cultas, talentosas, quizá
como expertas en el arte de amar, maquillarnos, cocinar, mantener en orden
nuestro hogar, o alguna otra habilidad en la que destaquemos.
Pero es realidad también, que cuando
estamos en servicio, y ese servicio lo dedicamos al Señor, no cuenta mucho el
rango de estima, en que puedan nuestros observadores colocarnos. Entre los que amamos,
y seguimos, las enseñanzas de Él, en el Sermón predicado sobre el Monte de los
Olivos, sabemos que miles de los que se añadían a la Iglesia Primitiva y
eran expuestos al máximo martirio, a fin de hacerles negar su fe, muriendo en manos de verdugos inclementes,
y dejando miles de viudas y huérfanos entre sus familias, logrando la expansión
de un nuevo tiempo, la era del Cristianismo, sobre dominios cansados ya del
cada vez más decadente sistema de dominio del Cesar, no hubo listados para ser
celebrados por la posteridad
Cuantos fueron? Como se llamaron?
Cuanto soportaron sus viudas, madres, o sus huérfanos en favor de la fe que
predicaban? Lamentablemente, no lo sabemos... no hubo sistema que pudiera contarlos,
ni documentos que nos testificaran por ellos. Desde las catacumbas y los
cientos de escondrijos y caminos de huida, donde pasaron sus días, no había nada
parecido a nuestras redes sociales, ni registros estadísticos que pudieran
inmortalizar sus nombres y la profundidad de sus dolores, o la gloria de sus triunfos
Poco sabemos de
los personajes que expandieron con su coraje y valor, avivados por el fuego de
fe, que ardía en ellos, el testimonio de Cristo hasta nuestros días. Y no hubo
tiempo de pensar en esto mientras huían, anunciando las verdades del evangelio.
Ellos,
como millones de otros servidores fieles, en cada etapa de historia del
cristianismo y de expansión de la iglesia, hasta nuestros días, están,
humanamente hablando, etiquetados con la frase del Maestro, quien nos llamó a considerarnos
a nosotros mismos, sin menosprecio de nuestro valor humano o espiritual,bien lo sabemos, pero advirtiéndonos del peligro del orgullo
por ver prosperar una obra que no es nuestra, como "siervos inútiles"
Entraron
aquellos valientes, y entramos nosotros en la categoría de anónimos.
Entre esos
millares, desde los doce perseguidos, pasando por los tiempos de la Reforma, y
el Protestantismo, hasta hoy, sólo unos pocos han gozado el privilegio de
entrar en los registros de los
cristianos conocidos y famosos
Aun así, en las palabras del Apóstol Pablo,
somos llamados a tomar la armadura de Dios y presentarnos entre las filas
del ejército que ha mantenido a la historia dividida, en un antes y un después.
Y son estos soldados anónimos los que en realidad han protagonizado en aquellas
fases de inicio, y en la fase de la historia humana q vivimos, el capítulo de la
plenitud del Señorío de Cristo, y han dado nombre a la Era Cristiana.
Ser
reconocidos, y celebrados por nuestros esfuerzos, no es lo importante en el
servicio a ese Reino que se acercó a la tierra, con la llegada de nuestro Señor
y Salvador. Aunque los cristianos reconocidos han marcados hitos importantes,
imposibles de ignorar o deshonrar, han sido los anónimos los que han estado “cerrando
tras de sí, las puertas”, y han enseñado, sostenido, dado fuerza y empuje a la
continua expansión del Reino del Señor.
No te sea
motivo jamás de desánimo el bajo número de seguidores que tengas en twitter,
los pocos o críticos lectores de tu blog, ni las veces que se te menciona, o se
té llama a anunciar las virtudes de Jesucristo desde un púlpito.
Aprendamos y
atesoremos la frase, que nos dejara el apóstol Juan en los escritos que narran el
fin de los tiempos, y sea ese tu incentivo y tu meta, sea ese tu galardón más
deseado... "Se fiel, incluso, si tienes que enfrentarte hasta a la muerte,
y yo te daré la Corona de la vida"
Otras
coronas durante nuestras labores terrenales serán muy estimadas y bien ganadas,
desde el beso cálido de tu hijo por las mañanas, los honores que te ganes en tu
desempeño profesional, o tras largos días
de esfuerzo ministerial, hasta el más esperado regalo de aniversario o
cumpleaños, pero todo esto, nada será, al momento de presentarte ante la mayor
de todas, la Corona de Uno que lleva un nombre q es Sobre Todo Nombre...
No pretendamos ser un nombre más,
conocido por los hombres, en razón de nuestro servicio, ya hay uno para cada
uno de nosotros, por ahora solo El lo conoce, lo tendrás escrito sobre "la
piedrecita blanca", que recibirás de manos de Aquel que es Fiel y
Verdadero, que ha probado tus obras, y las ha hallado dignas, de El recibirás
tu nombramiento...y tendrás con esto la
Corona de la Vida que ha sido prometida a los que le aman!!
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