Escribo desde mi perspectiva de mujer, desde cada faceta que vivo, y escribo, quiero enfatizar esto, desde mi perspectiva de discípulo, de uno que
vive experiencias de aprendizaje a diario, y las expresa, fuertemente
influenciada por los sentimientos y las determinaciones o avances que esas experiencias
le generan.
No se escribe
este blog desde el escritorio de alguien que puede alardear de profundos
conocimientos teológicos, excelentes dotes de redacción, o grandes hazañas
seculares.
Ojalá podamos
hacer cita acá, muchos discípulos, hombre y mujeres, dispuestos a compartir sus
vivencias y testimonios de vida, sus dudas, sus fortalezas, sus caídas y
también sus aciertos, mientras seguimos aprendiendo.
Para usar la
metáfora bíblica, les invito a mirarnos y expresarnos como ese vaso de barro
que de continuo está siendo trabajado por la Mano del Alfarero. Y sea El, junto
a nosotros, quien se complazca en ver cuán diversa galería de dones, rasgos de carácter,
estilos de expresión, deseos de disfrutar, de servir, hay en nuestros
testimonios de vida.
¡Todo esto, sea
tan maravilloso como podamos imaginarnos, el producto de nuestro caminar como esos
discípulos, que no cesan de confiar en la manifestación de la multiforme gracia
de Dios operando en ellos!
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